domingo, 6 de junio de 2010

Recomendación de la semana: Papageorge

Esta semana recomendamos una fotografía maravillosa del fotógrafo estadounidense Tod Papageorge. Tod es una especie de Thomas (Blow up) a la neoyorkina. Un hombre que captura historias de personas en Central Park (o en playas, o en estadios...) de una manera extraordinariamente misteriosa y que convierte a sus sujetos en actores extrañamente estáticos dentro de una vida real que parece casi escenificada. Es el que creemos uno de los más peculiares de esos fotógrafos de calle. Quizás porque es el más mirón, o quizás porque es el que nos cuenta fragmentos de historias imposibles que nosotros tratamos de descifrar, historias nubladas y en blanco y negro construidas con trozos del mundo y con trozos de él mismo. La admiración que siente por Atget se ve claramente reflejada en su obra, digna de estudiar con detenimiento, y digna de volver a estudiar con detenimiento una segunda y una tercera vez.

A continuación traduzco un texto en el que el propio Papageorge habla de "su mejor foto". Extraído de una entrevista de Leo Benedictus en The Guardian publicada un Jueves 31 de Julio de 2008.

"Lo que primero me sorprendió de esta escena fue el extraño círculo ritual de palos y latas de refrescos. No tenía ni idea de por qué alguien podría componer algo así. Atardecía en Central Park en la primavera de 1980, y yo estaba de camino de regreso a mi apartamento.

Entonces vi al padre y al hijo. Él estaba peinando al niño. Supongo que es su hijo, pero no hay manera de saberlo. Me imagino que era como peinarle justo antes de volver a casa. Sentí en ese momento que no eran estadounidenses. Me pareció algo que un americano no haría.

Había una especie de conexión poética, pensé, entre el circulo ritual y el ritual del padre peinando al hijo. Me pareció algo que una fotografía podría juntar. Pero me di cuenta cuando fui a hacerlo que sólo si veíamos el peine contra la cabeza del muchacho -no perdido en la mano del padre o encima de él- la foto tendría la claridad que debería. 

Era una cuestión de tratar de anticiparse al momento, y entonces capturarlo con una velocidad lenta y con una cámara de formato medio relativamente torpe. Era un reto complicado.

Ciertamente, la acción está en el "centro de peso" de la foto, pero los árboles desnudos de hojas, y el círculo, son el tipo de detalles accidentales que contribuyen a un sentido coherente. Incluso en los pies del padre y del hijo se puede ver una rama dividida, casi apuntando a los dos - una generación que pasa algo a la siguiente-. Ocurrió en cuestión de segundos, pero la imagen hace que se perciba para siempre."

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